¿Afectará el cambio climático a la producción de setas?

Unas lluvias estables combinadas con temperaturas más cálidas alargarían la temporada de setas sin comprometer la producción. Así lo revela un estudio que ha contemplado diferentes escenarios climáticos para los próximos 100 años en la zona del Paraje Natural de Interés Nacional de Poblet. Según los científicos, la falta de gestión de los bosques y sus cambios de uso podrían ser los verdaderos peligros para las setas.

Fecha: 19-Dec-2017

Fuente: SINC

Hasta ahora se creía que el cambio climático tendría un efecto negativo en la futura productividad de las setas, con importantes consecuencias socioeconómicas ligadas a su comercio. Sin embargo, un estudio realizado entre el Centro Tecnológico Forestal de Cataluña (CTFC) y la Universidad de Lleida (UdL) indica que el cambio climático podría no tener un efecto perjudicial en la producción media de setas a largo plazo.

Según los resultados, publicados en la revista Agricultural and Forest Meteorology, la temporada de setas se podría alargar, ya que no habría una reducción significativa de la lluvia a principios de temporada (finales de verano), combinado con temperaturas más cálidas hacia el final del otoño y comienzos del invierno.

El objetivo de la investigación fue entender mejor la relación entre el clima y la humedad del suelo con la productividad de las setas en los bosques mediterráneos. El equipo también concluye que el clima es el principal factor que afecta a la producción de setas y que las temperaturas máximas y mínimas, pero sobretodo la precipitación, son las variables más importantes para predecir su aparición.

Además de su importancia ecológica, las setas silvestres tienen una importancia socioeconómica destacable en la cuenca mediterránea. De hecho, el valor económico que se deriva de la actividad de recogida de setas en algunos bosques mediterráneos incluso puede superar el valor que se obtiene de los bosques dedicados a la producción de madera.

Un bosque denso produce menos setas

Sergio de Miguel, coordinador del estudio e investigador en el CTFC y la UdL dentro del programa Marie Skłodowska-Curie de la Unión Europea, destaca que cuando se habla de productos y servicios del bosque, además del cambio climático, también se deben considerar los cambios en los usos de estos bosques. 

"Históricamente los bosques eran el escenario de una actividad económica que aseguraba la gestión. Con el progresivo abandono rural y los usos agrarios tradicionales, el bosque se ha cerrado mucho. Una consecuencia de esto es que un bosque demasiado denso produce menos setas, lo demuestran estudios anteriores y lo corrobora la experiencia popular", explica el científico.

"Esto se debe a que la mayoría de las setas que comemos y comercializamos viven en estrecha simbiosis con las plantas: el hongo se alimenta de los carbohidratos del árbol, y este se aprovecha del hongo para captar nutrientes. Un bosque demasiado denso no deja que los árboles se vuelvan fuertes y vigorosos y por tanto difícilmente nutrirán igual de bien los hongos", recalca.

El estudio se realizó en Poblet (Tarragona), en bosques de pino marítimo donde el equipo de investigación realiza muestreos anuales desde 2008. Mediante una metodología basada en modelos para predecir las condiciones climáticas, dibujaron diferentes escenarios de cambio climático en esta zona por los próximos 100 años.

Combinando estos datos con las diferentes variables que afectan la aparición de setas llegaron a estimar la productividad en esta región a lo largo del tiempo. "Estamos tratando con escalas climáticas que abarcan muchos años y por lo tanto no debemos considerar los episodios meteorológicos a corto plazo. Por ejemplo, ahora llevamos dos años seguidos con una producción más baja, pero en el 2014 se batió un récord de producción", aclara De Miguel.

Los modelos son herramientas muy potentes a la hora de entender los bosques, evaluar su estado y predecir el futuro. Esta información resulta especialmente relevante en un contexto de cambio global y más en la región mediterránea, donde los efectos del cambio climático se prevén más severos.