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Irene Campos

26/04/15

¿Cuales son los puntos óptimos de maduración de cada fruta?

Existen frutas que siguen madurando después de ser recolectadas, es decir, se pueden comprar verdes y esperar a que alcancen su punto idóneo para su consumo en casa. Y para ayudar a saber cuáles son, cómo conservarlas y cuándo comerlas, la plataforma online Yocomobien.es repasa las características específicas de cada una de ellas:

Aguacate: la temperatura óptima para su maduración es entre 15 y 24 grados, por lo que deben dejarse madurar fuera de la nevera y, una vez estén maduros, introducirse en el frigorífico. Si los metemos verdes en la nevera se estropearán y nunca madurarán.

Albaricoque: una vez se han comprado verdes, si se conservan a unos 20 grados van adquiriendo sabor y su característico color anaranjado. Su maduración se acelera al conservarlos cerca de manzanas o plátanos.

Ciruela: si se adquieren muy verdes, se pueden dejar madurar unos días a temperatura ambiente. La pulpa se ablandará, pero no se volverán más dulces. Al comerlas deben tener una textura firme y no estar cubiertas de un ligero polvillo mate.

Kiwi: Al tener un proceso de maduración largo, no puede ser consumido inmediatamente después de ser recolectado.

Manzana: en el momento óptimo de consumo debe ser aromática y no resultar harinosa. Si se recoge muy verde se puede acelerar la maduración con una temperatura de conservación mayor.

Melocotón: los colores amarillo y rosáceo son el mejor indicativo de que la fruta está madura y lista para su consumo. Hay que fijarse, sobre todo, en que la zona del rabito esté amarilla; cuando todavía está verde tiene aspecto aterciopelado. El tiempo de maduración no aumentará su dulzor, pero mejorará su olor, sabor y textura.

Melón: elegir un buen melón es casi una ciencia, se dice que si está maduro debe resultar pesado en relación a su tamaño. Si huele un poco a ‘medicamento’ es señal de que está pasado, y si al sacudirlo se escucha un chapoteo, también.

Pera: si se compran maduras deben ser firmes al tacto y no tener manchas. No se debe tardar en consumirlas, pues están mejor cuando se cosechan ligeramente verdes. Pueden terminar de madurar manteniéndolas a más de 20 grados.

Plátano: su punto óptimo se conoce por el color amarillo intenso de la piel, que además presenta algunas motas negras. Si no está maduro la pulpa resulta dura, poco jugosa, insípida y muy áspera. Al conservarlo en el frigorífico la piel se vuelve negra, aunque por dentro no se daña.

Sandía: no se puede saber si una sandía está madura por la mancha clara que presenta en su corteza, ya que esta es la parte de la fruta que ha estado en contacto con el suelo durante su crecimiento. Para saber si está madura se debe colocar la pieza junto al oído y apretar un poco; si está en su punto, la pulpa debe crujir.

Tomate: si está verde no debe guardarse en la nevera. Para madurarlo se debe mantener a 20 grados y protegido de la luz, pues la luz transforma en clorofila los pigmentos rojos, y esto no significa que el tomate esté maduro.

Todas estas frutas siguen madurando después de ser recolectadas. Sin embargo, no todas las frutas lo hacen. Algunas como las cerezas, la piña o las uvas se pudrirán antes de poder consumirlas si se recolectan verdes.