Las cooperativas de consumo son sociedades que gestionan la distribución de productos y/o servicios, de cualquier clase, para los consumidores finales. Su diferencia respecto a otras empresas comerciales es la propiedad de la sociedad que está en manos de los propios consumidores asociados. Éstos aportan recursos económicos, se agrupan para iniciar la actividad, suman su capacidad de adquisición y gestionan el desarrollo de la entidad de forma democrática y participativa. Según el último informe de Hispacoop (ver), existen en España un total de 170 cooperativas de consumo reconocidas, las cuales suponen unas ventas anuales de unos 10.000 millones de euros. El número total de socios supera los 3 millones y el de trabajadores de las mismas supera los 50.000. Existen más de 3.000 puntos de venta ligados a ellas que suponen una superficie total de venta que roza los 2.500.000 de m2. La mayor parte de las cooperativas de consumo pertenecen al sector de la alimentación, aunque también existen algunas en otros sectores como cultura y educación, sanidad y servicios e incluso eléctricas. Algunas de las más conocidas son la Cooperativa San Sebastián en Reinosa (ver) o La Cooperativa en Gijón (ver).

besana

Hace unas semanas tuve la oportunidad de visitar una de ellas. En concreto, la cooperativa La Besana de Rivas (Madrid). Según indican en su propia web (ver), La Besana es una cooperativa de trabajador@s y consumidor@s formada para abastecer a Rivas de productos ecológicos a través de una tienda especializada, facilitando el acceso a productos ecológicos cercanos y de calidad, evitando intermediarios y favoreciendo el consumo a sus soci@s cooperativistas en las mejores condiciones comerciales. Aunque su objetivo es contar en el futuro con una producción propia de productos de la huerta y algunas conservas, gracias al proyecto municipal del Parque Agroecológico del Soto del Grillo desarrollado por el Ayuntamiento de Rivas y consistente en la puesta a disposición de determinadas parcelas para su cultivo por parte de los propios vecinos, de momento se abastecen con productores de confianza y de cercanía. La valentía y fuerte convicción con que sus promotores defendieron este otro modelo de alimentación me impresionaron.

Una de las acepciones de la palabra besana en el diccionario hace referencia al primer surco que se abre en la tierra cuando se empieza a arar. No cabe duda de que los promotores de este interesante proyecto colaborativo tienen muy clara la línea por la que deben caminar. Un camino marcado por el convencimiento pleno sobre la necesidad de impulsar un modelo de producción agraria y consumo alimentario en el que, además de otros aspectos como el respeto al medio ambiente o la garantía de la seguridad alimentaria, se acorte la distancia física y humana entre los productores de alimentos y quienes los consumen. Con el tiempo se podrá evaluar el éxito que alcanzan este tipo de proyectos. En cualquier caso, pienso que se trata de iniciativas muy interesantes con un potencial de crecimiento y desarrollo bastante grande.