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Marta García

07/01/14

El plátano se vuelve ecológico

En Canarias, uno de los especialistas en plantaciones ecológicas más reconocido es Ildefonso Acosta Hernández. Actualmente es el director técnico de más de 60 fincas en Tenerife, Lanzarote y La Palma. Incluso el Cabildo de esta última isla lo ha contratado una semana al mes para que controle la producción de algunas propiedades agrícolas. Con más de 25 años de experiencia y un firme convencimiento de que los agricultores, los consumidores y el medio ambiente se merecen más y mejor, este experto ha logrado hacer verdaderos milagros en fincas que ya habían sido desahuciadas por sus propietarios.

Es el caso, por ejemplo, de la Finca La Vizcaína, en Valle Guerra (Tenerife). Tras años y años de producción platanera tradicional, la plantación ya no daba para más. Sin embargo, Ildefonso Acosta ha conseguido en dos años convertirla en un referente dentro del cultivo ecológico. Un referente, claro está, rentable para el agricultor. Según los datos aportados por este técnico, la finca da 130.000 kilos de plátano al año que, a un precio de venta a las cooperativas de 0, 80 euros el kilo, supone unos ingresos de 104.000 euros.

En cuanto a los gastos de producción que hay que descontar, Acosta Hernández asegura que se limitan al agua, la mano de obra, los abonos naturales y las trampas para el picudo negro. Sin embargo, aclara que estos costes suponen menos de la mitad de lo que cuesta mantener una finca platanera cultivada con productos químicos. “Si el costo por hectárea en una finca tratada con productos químicos es de entre 6.000 y 7.000 euros, el de un cultivo ecológico es de unos 2.000″, informa.

Para regar la plantación, utiliza el llamado Sistema de elaboración de fertilizante ecológico licuado (Sefel), que él mismo ha creado y patentado. Purín de cerdo, suero de leche, melaza, fruta, agua oxigenada, calcio ecológico a base de algas marinas, potasa y sulfato de cinc y hierro. Con todos estos elementos obtiene lo que él denomina té de calcio y té de potasa que almacena en bidones reciclados de 1.000 litros cada uno. Así, utiliza uno u otro dependiendo de cómo esté la planta y el suelo.

“Lo que hago en realidad es solventar los problemas medioambientales que para los ganadores y agricultores suponen los deshechos que generan convirtiéndolos en recursos para las finca ecológicas”, explica.

Convertir una platanera tratada con productos químicos en ecológica requiere tres años hasta que se logra, en el tercer año, que toda la producción sea ecológica. Una vez logrado, el producto es de alta calidad y sostenible. “Cuando se habla de sostenible yo siempre digo que esa palabra no solo debe referirse al medio ambiente, sino también al agricultor. El agricultor tiene que ganar dinero, le tiene que ser rentable”, resalta Acosta. Y lo logra. Este experto afirma que sin los enormes gastos que supone la compra de productos químicos y sin depender de nada que no sea lo generado en la finca, el agricultor ecológico tiene el futuro asegurado. En cuanto a las plagas: “agua”.

Acosta se refiere con esto a que muchas plagas se controlan simplemente lavando las plantas con agua, como el caso de la mosca blanca. Y si la plaga es de picudo negro, se ponen trampas de feromonas para atraerlos y atraparlos.

Este técnico asegura que la agricultura ecológica es el futuro. “Solo hay que cambiar el chip, porque los resultados están a la vista.

Funciona”, insiste. De hecho, indica que desde 2008 hasta ahora, tanto en La Palma como en Tenerife han aumentado significativamente las hectáreas de plátano ecológico. Según el Gobierno de Canarias, en La Palma hay 50,49 hectáreas; en La Gomera, 0,49%, en El Hierro, 0,29%; en Lanzarote, 0,12%; en Tenerife, 64,52; en Gran Canaria, 5,05; y en Fuerteventura, 0,02. Esto hace un total de 120,98 hectáreas.

Ildefonso Acosta también destaca que un producto ecológico no solo sabe mejor y es más beneficioso para la salud, sino que dura más y se conserva mejor una vez comprado. Además, su empeño va más allá: “La agricultura ecológica no es elitista, ni más cara, ni mediocre.

Pero, claro, a las multinacionales que venden productos químicos no les interesa”.

Entre las fincas que dirige este técnico también está La Calabacera, en Playa San Juan (Tenerife). Su propietaria, Dulce Acevedo, heredó de su abuelo 25.000 metros cuadrados de platanera, aunque ahora ya tiene 100.000 metros cuadrados. Comenzó cultivándola al modo tradicional, con productos químicos. “Me daba miedo pasar a ecológico y perder la cosecha”, explica. Sin embargo, ahora, con toda su finca ecológica, tiene claro una cosa: “El precipicio está detrás, no delante”, o lo que es lo mismo, “yo no veo futuro en los productos químicos”.

Esta agricultora explica que ser ecológico significa someterse al control del Instituto Canario de Calidad Agroalimentaria (que registra, controla y certifica que las fincas son cien por cien ecológicas) y a unas normas europeas. Una vez con toda la documentación en regla, comienza la aventura, que no en todos los casos resulta fácil. “Mi producción, por ejemplo, se redujo en un 50% cuando convertí la finca en ecológica. Sin embargo, ya voy recuperándola poco a poco”, dice.

“Yo lo he pasado mal. Cuando me pasé a la producción ecológica, los primeros años tuve todas las plagas del mundo. El motivo era que el nitrógeno que había utilizado antes todavía estaba en el suelo. Y el nitrógeno es igual a plagas”, asegura. Pero a pesar de ese complicado comienzo, Dulce Acevedo no se arrepiente. La gran mayoría de su producción la vende a Alemania. En Tenerife, por el contrario, solo vende 500 kilos de plátano a la semana.

También afirma que la agricultura ecológica genera empleo. Por ejemplo, la mosca blanca se combate limpiando con agua y jabón ecológico cada planta. “Solo para eso tengo dos hombres que se dedican exclusivamente a limpiarlas todo el año”, asegura.