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Marta García

17/11/13

La agricultura ecológica alcanza una facturación récord en Galicia

En solo diez años, el número de productores se ha duplicado, la superficie de tierras se ha cuadruplicado y las ventas mantienen un crecimiento sostenido, que fue del 27 % entre el 2010 y el 2011 y algo menor el pasado ejercicio, según fuentes del Consejo Regulador de Agricultura Ecológica de Galicia, lo que hace prever para este año una facturación récord en el entorno de los 30 millones de euros.

La cifra podría ser mayor si el público tuviera otra percepción de los precios. La hortaliza ecológica suele costar más, porque es el trabajo humano el que suple las funciones que aquí no realizan los pesticidas, ni los herbicidas, ni los fitosanitarios, ni los abonos sintéticos. «La cuestión del precio hay que matizarla -dice Belén Gómez-, porque tú te comes un tomate ecológico y te llena mucho más que otro cultivado convencionalmente. ¿Es más caro? Pues no tanto, porque necesitas menos cantidad». Belén es la impulsora de Casa de Vilarullo, una antigua granja de vacuno situada en Teixeiro (Curtis), reconvertida con apoyo financiero de Agader y que ahora ha dado el paso de convertirse también en envasadora, para hacer más manejable la verdura y la hortaliza ecológica en la cadena de supermercados a la que suministran.

Con esta actividad complementaria «vamos viviendo -dice Marcos Álvarez-, después de diez años de implantación». El proceso es largo. El Consello Regulador supervisa las tierras y, por término medio, exige que se mantengan improductivas durante dos años, para que desaparezcan residuos de posibles tratamientos químicos anteriores. El siguiente paso es la certificación del productor, comprometido con no utilizar pesticidas ni abonos sintéticos. Y de ahí en adelante, un control exhaustivo que permite una completa trazabilidad de los alimentos.

Marcos y Belén son conscientes de que están ayudando a asentar población en el medio rural, «aunque muy humildemente, porque solo somos tres, pero sí contribuimos a comercializar producciones de otros agricultores», próximos o no tanto, porque distribuyen frecuentemente puerros de Melide, frutos del bosque y setas de toda la comarca y manzanas de Valdoviño e incluso del Val Miñor.

Marcos asegura que, a diferencia de otras distribuidoras masivas del sur de España, «nosotros somos capaces de sacar un producto de mucha calidad». Pero crecer hacia el exterior no es sencillo. «Tendríamos que disponer de contingentes homogéneos, y hablamos con los que nos surten y les decimos: ahora, que vienen las judías, ¿qué variedad vais a plantar? Y uno prefiere una variedad, y el de al lado, otra, y el siguiente a lo mejor ni siquiera quiere decirte cuál cultiva; un cliente único te exige una sola variedad, así que hace falta mucha coordinación, ponerse de acuerdo, y eso ya sabemos que aquí resulta complicado».