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Miguel Lorenzo

13/01/13

La biomasa forestal y agrícola evitaría emitir 240 mil toneladas anuales de CO2

La investigación, bajo la coordinación técnica del ITE y con la experiencia de ambos Centros, ha analizado la explotación energética de la biomasa residual industrial de origen forestal y agrícola como energía renovable mediante el uso de los denominados “pélets” o biocombustibles sólidos.

En comparación con el consumo de gas natural como referente fósil, la Comunidad Valenciana reduciría sus emisiones anuales de CO2 al generar anualmente más de 23.000 toneladas de cáscara de arroz, y tener el potencial de extraer 343.564 toneladas de biomasa residual forestal, sobre datos oficiales complementados, contrastados y elaborados por el estudio.

Teniendo en cuenta este potencial, ambos Centros han fabricado biocombustibles sólidos de cáscara de arroz y de pino, que alcanzan un poder calorífico de 16.043J/g (julios/gramo) y 18.984J/g respectivamente, según los resultados obtenidos en los ensayos..

De este modo, los pélets generarían 1.926,42 GWh (gigawatios/hora) eléctricos anuales, energía suficiente para cubrir las necesidades de consumo eléctrico de 92.485 familias valencianas, según indican los investigadores en base al consumo medio anual por familia española calculado por Red Eléctrica Española (REE), que lo sitúa en 2.992 kWh (kilovatios hora) eléctricos anuales.

La iniciativa Biomer ha permitido evaluar el impacto de distintos residuos como energía renovable y analizar las principales tecnologías de transformación energética, concluyendo que los residuos biomásicos procedentes de la industria forestal y la cáscara de arroz son los susceptibles de aportar estos recursos, excluyéndose podas de jardinería y lodos de depuradora, entre otros a estudio.

Como se describe, la investigación ha evaluado la calidad de los residuos óptimos y el análisis del ciclo de vida en su implicación medioambiental en las etapas del pélet: obtención de la materia prima, producción, uso, tratamiento final, reciclado, y valorización final. Los resultados revelan que la mayor contribución a la reducción del impacto ambiental se produce en la etapa de valorización energética, seguida de la etapa de fabricación de los propios pélets.

Al tiempo, los investigadores han realizado un análisis de tecnologías de conversión energética comparando técnicas, rendimientos y costes de los biocombustibles, y han elaborado un diseño de automatización y modelado de una planta piloto de biomasa.