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Miguel Lorenzo

01/01/14

La inversión extranjera se va a otros sectores estratégicos

Por su peso en el PIB y en las exportaciones, destacan el sector de la automoción (cuya facturación supone un 6,1% del PIB y un 17,6% de las exportaciones), el turismo (que representa el 10,2%o del PIB y el 11,5% del empleo en España) y el sector agroalimentario, que ha sumido con soltura este papel de motor económico. Si se tienen en cuenta todas las fases de producción, transformación, comercialización y distribución, ya es responsable del 8,3% del PIB nacional y emplea a más de 2 millones de personas.

Las cifras, recogidas en el Anuario de la Alimentación en España 2013, elaborado con datos de 2012, confirma su progresión en el ámbito del comercio exterior: el sector se ha convertido en el cuarto exportador de Europa y décimo del mundo. En el sector agrario y pesquero, el valor de las exportaciones se elevó a 36.107 millones de euros, un 9% más que en 2011, con un saldo positivo sobre las importaciones de 5.769 millones de euros, un 88% superior a 2011.

No es casualidad que las empresas del sector agroalimentario se hayan convertido en uno de los destinos preferidos de las inversiones extranjeras. Empresas emblemáticas como Campofrío, La Casera, Puleva o Bimbo, vendidas respectivamente a una multinacional china, japonesa, francesa y mexicana, son un buen ejemplo.

Actividades productivas

Además de los sectores que crecen gracias a sus exportaciones, ganan peso los que tiran de la inversión extranjera, que ha crecido un 11,3% en el primer semestre del año, superando los 8.600 millones. Son actividades productivas que están suscitando el interés internacional, ahora que el dinero ha vuelto a poner sus ojos en nuestro país, y su evolución nos permite apreciar cómo se está recomponiendo el paisaje productivo en España.

La inversión extranjera está transformando el mapa industral. No sólo desde el punto de vista de la actividad, después del desplome de la construcción, también por la titularidad de sus activos. Las cifras confirman que casi el 40% del volumen de negocio de la industria ubicada en España es propiedad de empresas de capital extranjero, en concreto el 37,2%. También está engordando ese porcentaje la paulatina desindustrialización del país motivada por el cierre de empresas nacionales. Según cifras del Ministerio de Industria, entre 2008 y 2011 han desaparecido 20.269 empresas industriales, hasta las 129.332, que en términos de ocupación se traduce en la pérdida de casi 600.000 empleos.

El pinchazo de la burbuja es, en gran medida, responsable, dado que prácticamente el 70% del sector de la construcción está vinculado a una industria auxiliar -ladrillo, cemento, cerámicas, componentes y materiales de todo tipo- extraordinariamente pujante y ahora reducida a su mínima expresión.

La conclusión es que necesitamos más que nunca del exterior. Porque dependemos de las exportaciones; porque el sector con mejor evolución, el turismo, depende del turista extranjero; y porque buena parte de los sectores que empiezan a revivir lo hacen gracias a las inversiones extranjeras.

El dinero vuelve a España

La presencia de capital extranjero ha ido en aumento desde que empezó la crisis. En 2008, el número de empresas foráneas ascendía a 1.717, pero en 2011, los últimos datos oficiales publicados, el número de filiales de multinacionales instaladas en España ascendía a 2.216, un 29% más. Y esto sin tener en cuenta el aluvión de capitales que han entrado en nuestro país desde principios de año animados por las suculentas ofertas, por ejemplo, en el sector inmobiliario.

Respecto al número de empresas industriales extranjeras, aunque apenas representan el 2% del total, su peso es determinante. Son pocas empresas, en sectores como el de la automoción, los equipos eléctricos y electrónicos, la industria química y farmaceútica, pero con un enorme volumen de producción y un gran impacto en el PIB. De hecho, uno de cada cinco trabajadores del sector industrial trabaja para una multinacional extranjera asentada en nuestro país.

Hasta el sector inmobiliario empieza a resucitar de la mano del capital extranjero. Decenas de fondos de inversión, sobre todo estadounidenses, se han lanzado desde el verano a comprar inmuebles, compañías inmobiliarias y deuda en empresas del sector. La Sareb, el banco malo, está a punto de colocar 2.000 viviendas por cerca de 150 millones de euros al fondo americano Fortress.

También el hotelero, en concreto el de lujo, es el siguiente sector llamado a resucitar de la mano del capital de fondos extranjeros. A principios de verano se cerraba la compra del hotel W Barcelona por el fondo Qatar Diar por 200 millones de euros, una cifra todavía muy lejos de los 400 millones de euros desembolsados por el Hotel Arts en Barcelona o los 385 millones pagados por el Hotel Westin Palace de Madrid, ambas en 2006. Por su parte, el sector textil y de confección es uno de los pocos que se mantiene desvinculado del capital extranjero, junto con hostelería y transporte. En el primer caso, el volumen de negocio atribuible a las filiales es inferior al 10% del total, frente al 21% de presencia de capital extranjero en el caso del comercio y el 17% en los servicios.