La producción de forrajes deshidratados aumenta un 4% en 2019/20 tras 3 años de descensos

Esta campaña de alfalfa en España 2019/20 se cerró el pasado 31 de marzo con una producción de forrajes deshidratados de 1.411.422 toneladas, que representa un incremento en la producción de un 4 %(+59.917 T.) en comparación con la anterior.

Fecha: 27-Apr-2020

Fuente: Agrodigial

También han crecido considerablemente el número de hectáreas contratadas destinadas al deshidratado (+ 8 %), de acuerdo con los datos de la Asociación Española de Fabricantes de Alfalfa Deshidratada (AEFA). Estos datos se pueden valorar positivamente, ya que se dejan atrás, 3 años de caídas tanto en producción como en superficie.  

Por comunidades autónomas, las que más han aumentado su producción han sido; Extremadura, Aragón, Cataluña y Castilla La Mancha, con unos porcentajes del 17, 8, 8 y 6 %, respectivamente. Por el contrario, Castila y León, aunque ha mejorado sus primeras previsiones, es la comunidad que más cae con un -11 %, seguido de Andalucía -7 % y Navarra que retrocede un -2 % en la producción de alfalfa deshidratada. En cuanto a los formatos fabricados, la producción de balas ha sido de 1.117.013  t., mientras que los pellets han supuesto 294.409 t., siguiendo la tendencia de los últimos años donde las balas ganan más peso en el conjunto de la producción española. El formato bala ha supuesto el 79 % de la producción de alfalfa deshidratada, frente al 21% en granulado.     La campaña en el campo Después de que en la campaña 2018/19, las lluvias fueran la tónica habitual, complicando mucho el trabajo en el campo, este año la situación ha sido diferente y en la mayoría de las zonas productoras se ha podido trabajar cómodamente.

En el lado negativo hay destacar que los dos primeros cortes fueron gravemente atacados por las plagas, mayoritariamente de gusano verde, lo que hizo que se perdiese parte de la producción de la campaña por este motivo.

Sin embargo, el resto de los cortes mejoraron en cantidad y calidad. En líneas generales, se puede considerar un año positivo en cuanto a la rentabilidad en el campo y en la industria, pero aun con unos niveles de superficie y producción bajos.