Los beneficios para el planeta de una alimentación sostenible y saludable

Una de las recetas más eficaces para alimentar a una población mundial creciente sin destruir el planeta es a través de una alimentación sostenible y saludable. En el caso concreto de España, un cambio del modelo hacia este tipo de dieta reduciría un 72 % la emisión de gases de efecto invernadero.

Fecha: 06-Jun-2019

“El objetivo de las dietas sostenibles es abordar las crecientes preocupaciones ambientales y de salud relacionadas con la producción y el consumo de alimentos”, afirma Anna Bach, profesora de los Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).

Y es que en un contexto del cambio demográfico y climático —en 2050 la población mundial habrá crecido más de un 30 %, se llegará a los 9.100 millones de personas y deberá producirse un 70 % más de alimentos, según un informe de la FAO—, los procesos de producción de alimentos están muy lejos de ser sostenibles y el actual modelo de la agricultura contribuye en gran medida a la contaminación, a las emisiones de gases de efecto invernadero, a la degradación de la tierra y a la pérdida de biodiversidad.

Claves para una alimentación sostenible y saludable
En este sentido, la profesora Bach —que es investigadora del grupo de investigación FoodLab—, asegura que estas dietas deben promover la producción y el consumo responsables, y apunta los factores que debemos tener en cuenta como consumidores y consumidoras para acercarnos a una alimentación sostenible y saludable:

Los alimentos que ingerimos: hay que priorizar los productos de origen vegetal sobre los de origen animal.
Las bebidas que consumimos: el agua sin embotellar es la mejor opción para hidratarse.
La cantidad de alimentos ultraprocesados —es decir, que no contienen ingredientes frescos— que comemos, puesto que debería ser muy reducida: la dieta ideal está basada en alimentos frescos, locales y de temporada.
La presencia de plásticos en los envases, que hay que evitar siempre que sea posible.
El derroche de alimentos: en los hogares y restaurantes tendría que revisarse la cantidad de alimentos que dejamos en el plato, y la industria debería minimizar los alimentos derrochados a lo largo de la cadena alimentaria.
“En una alimentación sostenible, es fundamental que la producción de los alimentos sea culturalmente coherente —que no venga impuesta desde fuera— y que no tenga una repercusión medioambiental considerable”, explica F. Xavier Medina, director de la Cátedra UNESCO de Alimentación, Cultura y Desarrollo de la UOC, para quien el reto principal para conseguir una alimentación sostenible y saludable es el consumo de productos de proximidad: “Sobre todo debemos tener en cuenta que la mayor parte de lo que comemos se ha producido a muchísimos kilómetros de distancia. El transporte hace crecer mucho la huella ambiental de esta alimentación y esto puede resolverse promocionando la producción local”.

Cambio de dieta y huella ambiental
Una dieta mediterránea basada en alimentos de origen vegetal como frutas, verduras, legumbres, semillas, nueces o grano, y con menos alimentos de origen animal — especialmente carne roja y procesada— tiene un menor impacto ambiental que otros patrones de alimentación.

En este sentido, una investigación de la Anna Bach compara el impacto ambiental de este modelo de dieta con la actual ingesta media de alimentos en España y en Estados Unidos. Las conclusiones muestran que, en España, la adopción de este modelo alimentario implicaría una reducción del 72 % de la emisión de gases de efecto invernadero, una disminución del 58 % de la tierra de uso agrícola, una reducción del 52 % del consumo de energía y un ahorro del 33 % del agua que se consume. En cambio, si la dieta actual en España se asemejara más a la estadounidense, estos indicadores crecerían entre el 12 % y el 72 %.

Otra investigación que compara la dieta mediterránea, la vegetariana y una dieta occidental basada en alimentos procesados y de origen animal, muestra que la dieta mediterránea es la más saludable pero también la menos económica. Este es un de los factores que, según Anna Bach, aleja a la población de esta dieta, al igual que cambios sociológicos como la incorporación de las mujeres al mundo laboral, la tendencia a comer fuera de casa, la falta de tiempo o la publicidad.