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SILBOPASTOREO

Tuve la suerte de asistir al pleno de Juntas Generales de Gipuzkoa en el que se debatió la nueva Norma Foral de Montes que impulsan desde la Diputación Foral de Gipuzkoa aunque, si hablase con propiedad, debiera haber dicho que lo que se debatió fue la modificación de la Norma vigente.

El ambiente en el exterior era gélido, previsión de nevada (¡que harto me tiene tanta alarma amarilla, naranja, roja y ….!) que no llegó a materializarse, el ambiente en el interior era bastante caliente puesto que todo hacía presagiar que el gobierno foral iba a ser derrotado, una vez más, por la mayoría de las Juntas. Comenzó el pleno y los nervios andaban a flor de piel puesto que la ausencia de algún juntero hacía presagiar que, incluso, podría darse un empate en la votación. Al final, todo ocurrió según lo previsto, los ausentes aparecieron y la oposición mayoritaria, PNV y PSOE, logró tumbar el proyecto de Norma Foral de Bildu y Aralar.

El Partido Popular se abstuvo ante la enmienda a la totalidad puesto que había presentado sus enmiendas parciales al proyecto y porque, en líneas generales, era contrario al objetivo último de la Diputación que es incrementar el intervencionismo administrativo y con ello, dificultar, cuando no impedir, el trabajo diario de las personas que trabajan el monte. Su portavoz fue interpelada por los portavoces de Bildu y Aralar intentando pasarle la responsabilidad de que algunos puntos incluidos en el proyecto no saliesen pero, la correosa popular salió airosa al recordarles la responsabilidad de todo gobierno minoritario de establecer cauces de diálogo y de alcanzar acuerdos con la oposición. Por cierto, la intervención de la portavoz popular sirvió para conocer algo impensable hace unos años como es el acercamiento de Bildu al PP para negociar una norma de Montes, por cierto, que no ha negociado con el sector forestal.

El debate fue por los derroteros previstos y así mientras los grupos opositores denunciaron las trabas a la actividad forestal y que dicho proyecto se presentase sin respaldo sectorial y con el único apoyo de colectivos conservacionistas, por la otra parte, los grupos que sustentan el gobierno foral, achacaban a la oposición de hacer de altavoz de un lobby forestal que defiende los intereses de unos pocos pero poderosos forestalistas pero al menos por mi parte, tengo que agradecerles la sinceridad al reconocer que este primer intento ha fracasado pero que en la próxima legislatura volverán a intentarlo con mayor fuerza, si cabe.

Destacar que no es la primera, ni será la última, que recurren al término lobby para referirse despectivamente a la Asociación de Propietarios Forestales y a las dos organizaciones agrarias que les plantan cara cuando la realidad, patente en todos y cada uno de nuestros municipios es que el monte está en manos de cientos de pequeños propietarios, en su mayoría baserritarras, que trabajan el bosque para diversificar su renta y al mismo tiempo, cuidar las tierras que heredaron y que quieren transmitir a sus descendientes.

De los aproximadamente 11.000 propietarios forestales que figuran en el último censo, los que tienen una superficie menor de 20 hectáreas alcanzan el 80% de los propietario, osea, son pequeños forestalistas que, aún así, son tratados por los neo-rurales de salón como si fuesen poderosos propietarios que maquinan para engordar sus cuentas corrientes mientras la realidad discurre por otra senda bien distinta, por la senda de un sector forestalista que trabaja sus montes, que intenta sacar cierta rentabilidad de los mismos pero que los cuida y mima porque saben que esos terrenos quedarán para sus hijos/as o nietos/as.

Según estos neo-rurales, la gestión forestal debe limitarse a aquellas especies que broten espontáneamente en nuestros montes porque, siempre según ellos, todo aquello que suponga la más mínima actividad o actuación humana (vade retro maquinaria) ya es susceptible de ser tachada de explotación o de maltrato al medio ambiente.

En este contexto nos movemos y sin querer alarmar a nadie, todo apunta a que la cosa va ir a peo y por ello no me extrañada nada que entre la gente del medio rural, muy especialmente entre baserritarras, forestalistas, cazadores, etc. exista la percepción de que los que nos gobiernan no alcanzan a comprender la realidad del campo y que entre políticos (algunos por irresponsabilidad, otros por temor y otros por pasotismo) y la prelade de técnicos y consultores ambientalistas que les dan soporte, van a asfixiar a los vecinos del medio rural y a la gente que vive del y por el campo y el monte.

Alguno pensará que estoy exagerando pero creo que me entenderán si les pongo como ejemplo de la irracionalidad imperante, la decisión del Gobierno Vasco de incluir en los documentos de los ZEC (Zonas de Especial Conservación) la prohibición de utilizar como cierre de finca las estacas de acacia; según parece, la acacia es considerada especie invasora.

Termino, recordando cómo no hace muchos años, en todas las reuniones sobre el futuro del sector, se proponía como alternativa a la actual gestión forestal la práctica del silvopastoreo y aunque el diccionario lo defina como la actividad que combina la silvicultura con el pastoreo de ganado, mucho me temo, visto lo visto, que se referían a que el pastor se dedicase a silbar mientras los buitres se comen sus ovejas y terneritos y espontáneamente, eso sí, brotase en el monte lo que la sabia Naturaleza tuviese a bien.

A lo dicho y no se extrañen si baserritarras, forestalistas, propietarios en general y cazadores estallan y deciden salir a la calle a exteriorizar su hartazgo.