Temor a que la UE prohíba las plantas libres de plagas y virus, modificadas con el sistema Crispr

La tecnología CRISPR/Cas9 tiene la ventaja sobre los transgénicos de que no introduce ADN extraño, sino que modifica los genes de la propia planta como ocurre a menudo de forma natural, por lo que en ningún caso se generan organismos transgénicos (OGM). Se trata de una herramienta molecular utilizada para editar o corregir el genoma de cualquier célula, algo así como unas tijeras moleculares que son capaces de cortar cualquier molécula de ADN, lo que permite modificar su secuencia. Con esta técnica se pueden conseguir hortalizas y frutas a las que no les afecten plagas, virus y otras enfermedades, o bien dotarlas de mejores propiedades organolépticas.

Fecha: 20-Mar-2018

Fuente: Horto

 Diversas fuentes del sector de los vegetales han mostrado su preocupación por que en la Unión Europea (UE) se pongan trabas a la aplicación de la tecnología CRISPR/Cas9 para conseguir hortalizas y frutas a las que no les afecten plagas, virus y otras enfermedades, o bien dotarlas de mejores propiedades organolépticas.

CRISPR/Cas9 es una herramienta molecular utilizada para editar o corregir el genoma de cualquier célula, algo así como unas tijeras moleculares que son capaces de cortar cualquier molécula de ADN, lo que permite modificar su secuencia.

Las siglas CRISPR provienen de “Clustered Regularly Interspaced Short Palindromic Repeats”, traducido al español Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente interespaciadas. Cas9 es el nombre de una serie de proteínas.

Esta tecnología tiene la ventaja sobre los transgénicos de que no introduce ADN extraño, sino que modifica los genes de la propia planta como ocurre a menudo de forma natural, por lo que en ningún caso se generan organismos transgénicos (OGM).

Regulación legislativa en la UE

Asociaciones ecologistas como Greenpeace piden que, cuando la UE regule, someta a este campo a las mismas precauciones que marca la normativa europea de transgénicos, pero empresas biotecnológicas y de semillas instan a no detener estos avances científicos.

Para la Fundación Antama, la tecnología Crispr se ha convertido en una revolución, al permitir editar o corregir una región del genoma de cualquier célula con una gran precisión y exactitud.

Desde la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove) muestran su preocupación ante el vacío legal en España y en la UE, reclamando “que no se aplique la directiva europea sobre transgénicos (2001/18) porque implicaría carga burocrática y análisis de riesgos tremenda, que haría inviable su desarrollo, erosionando erosionar de una forma irreversible la competitividad del sector y provocar una fuga de inversiones fuera de la UE.

Los inicios

Todo comenzó en 1987 cuando en un artículo se describía cómo algunas bacterias (Streptococcus pyogenes) se defendían de las infecciones víricas. Estas bacterias tienen unas enzimas que son capaces de distinguir entre el material genético de la bacteria y el del virus y, una vez hecha la distinción, destruyen al material genético del virus.

Sin embargo, las bases de este mecanismo no se conocieron hasta más adelante, cuando se mapearon los genomas de algunas bacterias y otros microorganismos. Se encontró que una zona determinada del genoma de muchos microorganismos, sobre todo arqueas, estaba llena de repeticiones palindrómicas (que se leen igual al derecho y al revés) sin ninguna función aparente. Estas repeticiones estaban separadas entre sí mediante unas secuencias denominadas “espaciadores” que se parecían a otras de virus y plásmidos. Justo delante de esas repeticiones y “espaciadores” hay una secuencia llamada “líder”. Estas secuencias son las que se llamaron CRISPR (“Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente interespaciadas”). Muy cerca de este agrupamiento se podían encontrar unos genes que codificaban para un tipo de nucleasas: los genes cas.

Cuando un virus entra dentro de la bacteria toma el control de la maquinaria celular y para ello interacciona con distintos componentes celulares. Pero las bacterias que tienen este sistema de defensa tienen un complejo formado por una proteína Cas unida al ARN producido a partir de las secuencias CRISPR. Entonces el material génico del virus puede interaccionar con este complejo. Si ocurre eso, el material genético viral es inactivado y posteriormente degradado. Pero el sistema va más allá. Las proteínas Cas son capaces de coger una pequeña parte del ADN viral, modificarlo e integrarlo dentro del conjunto de secuencias CRISPR. De esa forma, si esa bacteria (o su descendencia) se encuentra con ese mismo virus, ahora inactivará de forma mucho más eficiente al material genético viral. Es, por lo tanto, un verdadero sistema inmune de bacterias.

Durante los años subsiguientes se continuó la investigación sobre este sistema, pero no fue hasta el año 2012 en el que se dio el paso clave para convertir este descubrimiento, esta observación biológica en una herramienta molecular útil en el laboratorio.