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Irene Campos

26/03/13

Una bodega calcula el impacto de sus vinos sobre el cambio climático

La huella de carbono de un vino es el dato que permite conocer la cantidad de gases de efecto invernadero que se emiten durante el proceso de su elaboración. La bodega Grupo Faustino es la primera que conoce la huella de carbono de sus ocho vinos más representativos tras la elaboración, por parte de investigadores del centro de investigación Tecnalia, de un exhaustivo estudio pionero.

Tras un año de trabajo, se han obtenido las huellas de carbono de los ocho vinos más representativos de este grupo y que abarcan todo el abanico de clases de caldos: blanco, crianza, reserva o de autor.

Las fases del ciclo de vida de un vino comienzan en la fase agrícola (se emite carbono por el consumo de diésel en desplazamientos y trabajo de los tractores en todas las labores de campo, además de productos agroquímicos y del consumo de energía eléctrica en el riego); luego, la fase de elaboración (se produce un consumo de energía eléctrica y gasóleo, además de productos enológicos y materiales de embalaje).

Posteriormente, en la fase de distribución, se emite carbono en el transporte de las botellas, en su enfriamiento para consumo y, una vez bebido el vino, aún emite dióxido de carbono en concepto de gestión y transporte de los residuos, reciclado, valorización o vertedero.

Los resultados obtenidos por Tecnalia muestran que la huella de carbono de los ocho vinos analizados oscilan en valores equivalentes a 1.000 gramos de CO2. Según los autores del estudio, no son valores altos; sino que se mueven dentro de la media.

El estudio de huella de carbono llevado a cabo, declaran desde el grupo bodeguero, forma parte de la política de compromiso medioambiental puesta en marcha que ha logrado reducir en un 20% su consumo de energía y en un 30% el de agua, según datos de la empresa, desde 2005.